Locos, olivos y turismo marino: El valor natural y gastronómico del lugar donde se instalaría Dominga
Mariscadores de locos en el archipiélago de Humboldt. Foto: Eduardo Sorensen, Oceana.

Locos, olivos y turismo marino: El valor natural y gastronómico del lugar donde se instalaría Dominga

Por: María del Mar Parra | 10.12.2024
En una zona donde la corriente marina permite un boom de biodiversidad, donde habita la población más grande de Pingüinos de Humboldt y donde se recolectan buena parte de los locos del centro norte, se busca emplazar el proyecto minero portuario Dominga que será votado por tercera vez.

Ya rechazado en dos ocasiones, el proyecto minero portuario Dominga vuelve a agarrar impulso, tras un fallo que anula la resolución que rechazó el proyecto en 2023, y obliga al Comité de Ministros a votarlo por tercera vez.

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Este proyecto, que contempla minas de hierro, un mega puerto, una desaladora y ductos y cañerías, busca instalarse en el Archipiélago de Humboldt; un lugar considerado por la ciencia internacional como hotspot de biodiversidad marina, y donde residen chungungos, 14 especies de cetáceos, delfines, focas elefates y la mayor población en el mundo del amenazado pingüino de Humboldt.

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Allí, los habitantes de la higuera tienen una propuesta de desarrollo alternativa para la zona: buscan valorizar aún más las actividades artesanales que han sido históricamente el sustento de miles de familias, que se pueden practicar de forma sustentable, y que se verían perjudicadas de instalarse un proyecto industrial. 

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Saben que las condiciones únicas de este espacio natural ofrecen las áreas de manejo pesquero más productivas del centro norte del país, oportunidades invaluables para los turistas amantes de la biodiversidad marina, y tierras fértiles para potenciar la histórica producción de olivos.

Alternativas a Dominga

El primer paso de este plan es proteger oficialmente el archipiélago, lo que se logró en 2023 tras años de lucha ciudadana: el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó crear un área marina protegida de múltiples usos en la zona. 

La figura de protección no es casual: fue elegida por las mismas comunidades, ya que permite proteger el espacio y también las actividades que se pueden desarrollar gracias a su valor natural y en armonía con éste. 

El afán de proteger la naturaleza de este lugar tampoco es un capricho: el paso de la corriente de Humboldt por la superficie de sus costas lo hace un lugar único donde especies migratorias paran a nidificar y alimentarse y otras miles lo hacen su hogar. El valor es tal que decenas de organizaciones chilenas y extranjeras, con científicas reconocidas en el mundo como Jane Goodall o Sylvia Earle son parte de la Alianza Humboldt, que trabaja por su protección. 

Locos, machas y pesca artesanal

En las costas del archipiélago ocurre un fenómeno peculiar: la surgencia. La corriente fría de Humboldt se encuentra aquí con una superficie baja y con vientos de sur a norte que la hacen surgir a la superficie, llevando consigo oxígeno y krill. Se trata de una verdadera fuente de alimento y por eso cientos de especies migratorias , como el 80% de la población mundial del pingüino de Humboldt, eligen este lugar para nidificar. 

“La corriente surgente, los vientos de sur a norte y la topografía del archipiélago convergen, y hacen que la larva del loco permanezca de dos a tres meses en la superficie y sea arrastrada por el viento hasta varar en estas costas. Por eso las áreas de manejo más productivas de locos en el centro norte del país están aquí”, explica Nancy Duman, vecina de La Higuera, ambientalista y vocera de Alianza Humboldt. 

Y se trata de una actividad con tradición. “Mi familia lleva 70 años en el mar, soy la tercera generación de pescadores y en mi gremio estamos en contra de Dominga y Cruz Grande. Estamos organizados para hacer nuestra actividad cuidando el recurso. Lo que más me gusta de aquí es nuestra organización y nuestro estilo de vida. No vamos a bajar nunca los brazos por defender este hermoso lugar”, declara Ernesto Fredes, representante gremial de pescadores de Los Choros.

La actividad pesquera en la zona está en un momento pujante luego de algunos años de merma ya que la sobreexplotación de machas hizo que desaparecieran los bancos. Ante esto, los pescadores se organizaron para sembrar machas y también establecieron áreas de manejo con cuotas y medidas de protección, por lo que surgieron nuevos bancos de esta pesquería que ahora es casi tan importante como el loco.

Además están trabajando para potenciar su actividad. En el gremio de Ernesto Fredes, por ejemplo, hace 5 años cuentan con una planta de desconche y maquilado de mariscos y están trabajando para certificarse y poder exportar al mercado asiático eliminando intermediarios. 

Ernesto, como muchos pescadores de la zona, tiene claro que su actividad se sustenta en las especiales condiciones del lugar, y teme que cualquier intervención grande, como la instalación de un puerto al sur del área o el paso de grandes embarcaciones bloquée los vientos, contamine las aguas o genere otros impactos que desequilibren el sustento de las pesquerías. 

Turismo marino y ancestral

La misma surgencia que hace del archipiélago una meca de la pesca artesanal, también ofrece oportunidades únicas para quienes quieren ver de cerca a cientos de especies marinas que como en pocos lugares se acercan a las costas y las vuelven su hábitat temporal o permanente.

Así, ha ido creciendo el número de personas que se dedican al turismo de avistamiento de biodiversidad marina, con embarcaciones y tours que salen a recorrer las costas y la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt. Campings, albergues y restaurantes acompañan esta actividad, que se estima da sustento a por lo menos 800 personas de forma directa.

 Las especies marinas son las claras protagonistas del turismo en esta zona, también hay tres comunidades del pueblo changa que están en pleno proceso de rescate de sus costumbres ancestrales y que ofrecen rutas turísticas arqueológicas y culturales. 

Los changos habitan desde tiempos prehispánicos las costas entre Camaná en Perú y el Río Elqui, y se desarrollaron en la pesca usando embarcaciones hechas con piel de lobo marino y arpones de hueso. En Chile fueron reconocidos como pueblo originario en el 2020 y la comunidades que quedan en el país trabajan por revalorizar sus costumbres ante la amenaza a sus modos de vida por mega proyectos industriales como Dominga.

La Higuera y los olivos

El presidente del gremio de pescadores Ernesto Fredes es nacido y criado en La Higuera y su familia también se dedica a los olivos. “Los Choros es un pueblo antiguo y los olivos los pillaron mis abuelos, son muy viejos, centenarios. Siempre hemos trabajado la aceituna y el aceite en mi familia”, cuenta. La comuna de La Higuera es parte de la provincia de Elqui, cuyo clima mediterráneo favorece al olivo.

 Se trata de una actividad tradicional del sector, que este último invierno festejó la 21° versión de la Fiesta de la Aceituna donde los productores familiares exponen sus aceitunas y productos derivados del olivo. Mientras hay algunos que producen a mayor escala, otros siguen haciéndolo de forma artesanal, y lo comercializan a los turistas que llegan a la zona y también a lugares más poblados como La Serena. 

Esta actividad no se desarrolla sin dificultades: el costo de extraer agua es alto, y para llegar a una producción de mayor escala es difícil competir con las aceitunas que llegan del Perú donde la mano de obra es más barata. Los agricultores de la zona trabajan con programas del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) para invertir y agregar valor a su producción.

Amenazas de Dominga

“De instalarse un mega puerto aquí, se considera el atraque de embarcaciones de gran escala que trasladan minerales. Una de las principales amenazas es la introducción de especies exóticas que pueden ser nocivas para el equilibrio de un ecosistema como este. Esto porque aunque las aguas de lastre se vierten al mar, siempre queda un porcentaje más que suficiente para introducir especies invasoras al ecosistema”, ejemplifica Nancy Duman. 

El ruido de las embarcaciones, la colisión con cetáceos y el vertimiento de mineral y combustible son otras de las consecuencias que puede tener este desarrollo, y que tendrían un impacto negativo sobre el ecosistema de actividades artesanales que se busca fortalecer.

Para Felipe Pino, Coordinador de Proyectos de ONG FIMA y especialista en asuntos de transición justa, La Higuera podría ser un caso paradigmático de transición socioecológica justa, si las autoridades locales y nacionales se disponen a asumir el desafío. 

Organizaciones sociales de la zona junto a abogados ambientales de la ONG Defensoría Ambiental anunciaron que acudirán a la Corte Suprema para revertir el fallo del tribunal y mantener el rechazo del proyecto.